Los Magos siguen la “estrella” que el Señor les pone como guía. También a nosotros el Señor nos puso una “estrella” para que le buscáramos (la fe de nuestros padres, el ejemplo de un amigo, la vida de un santo, la devoción a la Virgen de la Esperanza…). Entonces nos pusimos en camino para descubrir a Jesús fruto de sus entrañas.
El camino de esa búsqueda no siempre ha sido fácil; a veces dio la impresión de que desaparecía, que la “estrella” fue una ilusión, un buen deseo que se desvanecía, también quizá nos hicimos esa misma pregunta: “¿Dónde está el Rey de los judíos que ha nacido?”. Si fuimos prudentes, no abandonamos la búsqueda, sino que fuimos a preguntar; lo hicimos en la oración, o consultándolo a algún amigo, o fuimos a la Iglesia, para encontrar la respuesta.
Y la obtuvimos; volvimos a encontrar el camino: “Al ver la estrella, se llenaron de inmensa alegría”. Es la alegría de la fe reencontrada; es una alegría –la verdaderamente duradera- que a pesar de posibles fracasos personales, nada ni nadie nos podrá quitar. Es la luz de nuestra llamada cristiana a ser santos, a vivir como verdaderos hijos de Dios.
¿Qué hicieron al encontrar al Niño? Lo adoraron y le ofrecieron regalos. Esa es la actitud que el Señor espera de nosotros: adoración: “adoraras al Señor tu Dios, y a él sólo servirás”, en esa fidelidad encontramos la verdadera felicidad; servirle, en lo pequeño y grande de cada día. Nosotros le ofrecemos en regalo de nuestra vida, dándole lo que nos resulta fácil y lo que nos cuesta.
“Se marcharon a su tierra por otro camino”, hemos de volver a nuestros quehaceres diarios, por el nuevo camino del amor que nos enseña el Niño con el que nos encontramos cada día.
"Comentarios a la lectura de San Mateo (2-1..12), a celebrar el próximo Domingo día 6 de enero en la Basílica de la Macarena (Sevilla)".
-Alma Feliz y Libre -
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