El día lluvioso de hoy me inspira para volverme a encontrar con mi blog, he buscado en google alguna frase que me diera un motivo para escribir y al poco lo he encontrado.
"Un niño siempre puede enseñar tres cosas a un adulto: a ponerse contento sin motivo, a estar siempre ocupado con algo y a saber exigir con todas sus fuerzas aquéllo que desea". El gran maestro Paulo Coehlo, no defrauda, y es una gran llama de luz para iniciar mi reflexión.
Desde el mismo día en que nació mi hijo, la vida para mi mujer y para mí nos ha cambiado en mucho. Desde que ambos decidimos unir nuestras vidas aquel maravilloso día de septiembre, nuestro caminar unido nos ha hecho madurar y aprender mucho. Nuestros ángeles han provocado que cada día que amanezca el sentimiento de amor entre nosostros evolucione y gracias ha ello el fruto de nuestro amor se ha materializado en nuestro hijo.
Al llegar a mi vida, lo ví como algo raro, no sabía como reaccionar con él. Era una personita que sólo dormía y se despertaba para comer, en su primer mes de vida me regaló algo muy bello y hermoso, su mirada y su apreton de deditos a mi dedo, que me hacían estremecer de amor, al tener una gran responsabilidad sobre mí, y una gran cantidad de dudas que resolver.
Gracias al buen hacer de mi mujer, ella me fue resolviendo muchas dudas y hacíendome ver la grandeza de nuestro hijo.
En cada nuevo amanecer, al abrir la ventana de nuestro dormitorio, el sol me hace tomar conciencia que un nuevo día ha llegado, nuevas oportunidades de ser feliz y de ver como evoluciona mi hijo. Tras prepararme par ir a trabajar, me acerco a la cuna de mi hijo, y me alegra mi alma el regalo de una sonrisa y unas palabras en su lenguita de bebé. Ese primer beso del día a mi hijo, me hace retomar la vida de otra manera.
Durante el trabajo pienso en él, y espero el regreso a casa para comer y disfrutar de mi hijo junto a mi mujer.Comemos y toca partir de nuevo, esperando con ansias el regresar cansado de mi trabajo y recibir esa poderosa energía de la sonrisa de mi hijo que me hace olvidarme de todo y recuperar la alegría por las cosas verdaderamente importantes en la vida.
Mi hijo me ha enseñado a valorar más la relación con mi mujer, situación que ha ido pasando por estados muy diferente: nuestro primer encuentro, nuestro primer compromiso, nuestro si quiero en el altar, nuestra noticia del embarazo, el recibir a nuestro hijo en la habitación del hospital tras su venida al mundo.........
En este periodo de tiempo, nuestro hijo, nos ha obligado a tenernos más ocupados, a llenar nuestra vida de nuevos retos y situaciones muy bellas, a pasar de ir contrareloj, a disfrutar de cada minuto, a pasar mucho tiempo en casa por el proceso de adaptación a las nuevas situaciones a poder salir y entrar con él, a disfrutar de momentos únicos junto a él como la Beatificación de la Madre Purísima el 18.09.2010 en la ciudad de Sevilla, coincidiendo además esa fecha con nuestro aniversario de Boda, otro gran regalo de las Hermanas de la Cruz, que nos hizo llorar de alegría en ese Grandioso estadio de la Cartuja.
O de alegrarnos el alma al ver como nuestro hijo es tan querido por su familia y por nuestras hermanitas, el cual cuenta con una gran protección, todo un convento rezó por él antes de nacer y sigue rezando para que sus ángeles velen por su felicidad y nuestro hijo irá a verlas en cada ocasión, por que tenemos que compartir con ellas los momentos de ternura que nos regala nuestro hijo.
Y otra gran lección de nuestro hijo es saber exigir cosas, que antes por verguenza o por corte no realizaba. Y buscar la ocasión para estar junto a él y a mi mujer en cada ocasión que pueda.
Es una grata experiencia la que estoy viviendo junto a mi hijo, y quiero seguir disfrutándola en cada momento junto a él y junto a la persona que elegí para compartir mi vida.
Os quiero dejar estas palabras para deciros que os QUIERO muchísimo a tí hijo mio y a tí MUJER DE MI VIDA.
-Alma Feliz, Libre, Bonita, Grande y enamorada-
