Amanece la mañana del día 12 de enero, algo fría, pero el sol lentamente va dando paso de las tinieblas a las luces, con la mezclas de colores que van desde el azul oscuro hasta el naranja.
En este día, va a ocurrir algo muy especial, para nuestra familia, pero muy particularmente para una pequeñita que nos tiene a todos un poco más alterados.
Lucia, mi sobrina, va a recibir su bautismo en la Parroquia de los Santos Mártires Ciriaco y Paula de Málaga.
Tic, tac, tic, tac, van pasando los minutos y casi son ya las doce de la mañana, hora a la cual está previsto que empiece la ceremonia del bautismo para incorporarse como miembro de pleno derecho a la Iglesia Católica.
Vamos tomando asiento, por decisión de mi hermano y su mujer, he sido elegido como Padrino de la pequeña. Padrino, que palabra con más compromiso y con responsabilidades hacia una pequeñita, voy a tener que velar por el desarrollo dentro de la fe católica y guiarla y orientarla cuando le surjan dudas o se encuentre perdida en su caminar.
Toma la palabra el Sr. Cura, y en su homilia, nos da toda una clase magistral del Sacramento que vamos a realizar.
A esta pequeña, le tenemos que dar un nombre cristiano, que puede o no coincidir con el nombre común, la vamos a vestir de una forma especial, color blanco signo de la pureza, la vamos a recibir en una nueva familia, que la formarán sus padrinos, verdaderos depositarios de la responsabilidad de formarla en la fe católica, y va a pertenecer a una nueva sociedad como es la Iglesia Católica, para que no se encuentre más sola en este mundo y tenga un referente en su caminar.
Ser Padrino, para mí, ha supuesto disfrutar de unos momentos muy íntimos y bellos, que los puedo centrar en el momento cuando le impusieron los Santos Oleos y en especial el bautismo, la madrina sostenía a Lucía mirando hacia la Pila Bautismal, y yo con mi mano izquierda sobre su espalda la sujetaba, mientras el Sr. Cura vertía las aguas sagradas. Que momento más bello y como aguantó la pequeña sin derramar una lágrima.
Antes de finalizar la misa, una señorita, cantó el Ave María, poniéndonos a todos los bellos de punta, con una música de fondo casi inaudible, esta mujer, dio todo lo mejor de sí con su limpia voz.
Tras estos momentos, otro bello momento para un cofrade, la entrega de las manos de sus padres al Sr. Cura para ofrecerla a mis Sagrados Titulares de la Archicofradía del Huerto. Con unas bellas palabras, le pidió protección a Nuestra Señora de la Concepción y ayuda y luz a Nuestro Señor Jesús Orando en el Huerto para la niña. Personalmente le pedí a Nuestra Señora de la Oliva por la protección de mi sobrina. Desde aquí doy gracias públicamente a mi Archicofradía por este bello gesto de abrir la Capilla, para recibir a una nueva cristiana en su seno, y que en breve presentaremos la solicitud de hermana, para que sea de la Archicofradía del Huerto, como lo son su Padre y sus tios.
Tras estos bellos momentos, llega a su fin todo el Sacramento del Bautismo, y ya fuera del templo, toda la familia disfrutamos del calor de Lucía.
Otro momento que se queda en lo más hondo de mi corazón, momento muy personal y que no puedo describir con palabras, sólo con sentimientos y con alegría de mi alma, al poder contemplar que mi hermano y su mujer, disfrutan de una bella criatura, que está sana y alegre y que han podido dar cumplimiento al primer paso de un cristiano, el Bautismo, el cual ya no lo pueden repetir, una vez bautizada una persona ese Sacramento es único.
Gracias por este bello día, gracias por los momentos vividos y sobre todo gracias por la responsabilidad contraída con mi sobrina y la Iglesia Católica. Hoy me siento muy feliz de poder decir en voz alta que soy cristiano. A parte de mi obligación de defender el Dogma de la Inmaculada Concepción, como hermano de la Archicofradía, tengo la responsabilidad de guiar por el camino de la fe a Lucía, a la cual no espero defraudar y mientras tenga una gota de sangre en mi cuerpo, a ella no le falte mi ayuda y mi luz en su caminar.
- Alma Feliz y Libre -
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