Toda esta historia arranca de hace unos tres años, cuando compañeros de mi trabajo me insisten una y otra vez que vaya a disfrutar de la subida al Santuario de la Virgen de Gracia (Archidona). Una vez y otra vez, le fui dando negativas a ir, pero este año me he armado de valor y he decidido ir.
Gracias a la amabilidad de José Ángel y Yoli, que han hecho de verdaderos anfitriones, me enseñaron bonitos lugares de este enclave, así como su historia sus tradiciones, y me presentaron a muchas personas, algunas de las cuales ya conocía de anteriores ocasiones, pero con motivo de la festividad del 15 de agosto vuelven a su pueblo.
Sentados en la puerta de la casa de su madre, me vinieron a mi memoria muchos recuerdos de mi infancia, con esas casitas encaladas y perfectamente arregladas.
Cenamos muy alegres, con la compañía de Laura, su hija pequeña, con la cual hice buenas migas.
Sobre las 00,00 empezamos a realizar la subida al Santuario, la verdad que es un verdadero camino iniciatico, multitud de personas movidas por algo tomaban las empinadas cuestas para ascender. Durante el camino de subida, disfruté mucho de sus bonitas vistas, pero lo más impresionante la bella luna llena que nos acompañaba y alumbraba el camino de ascensión entre los pinos. A veces la oscuridad invitaba a momentos de meditación.
Durante el trayecto, se encuentra mi amigo con muchos conocidos lo que obliga a una parada para recordar viejos momentos y realizar nuevos proyectos. La conversación entre nosotros es muy amena, hablamos de cosas tribiales, de sus vida, de la mía, de sus proyectos, de sus anhelos, poco a poco casi sin darnos cuenta llegamos a la cima, y allí está el Santuario.
A la llegada la cola es impresionante, miles de alma para contemplar de cerca el cuadro donde está la Virgen con su manto celeste y dos angelitos sostienen la capa. Momento muy bonito para mí, sobre todo por la cantidad de historia que tiene este lugar, y por la belleza que se observa.
Tras estos momentos, procedemos al descenso, cosa nada fácil, ya que debemos ir frenando el cuerpo para que no nos caigamos, y los gemelos se nos van sobrecargando.
El camino de regreso es parecido al de subida, se contemplan las estrellas con un cielo claro, y seguimos hablando de temas variados.
Al llegar abajo toca la despedida, momento un poco triste, pero que le prometo volver a realizar la subida el año que viene.
Desde estas líneas quiero darles las gracias a mi amiga y cofrade Rocio Moltó por motivarme a que fuera a realizar la subida a la Virgen de Gracia, son momentos que sólo las personas más cofrades sabemos entender y sobre todo por la cantidad de energía positiva que desprendía ese día y ese lugar en concreto.
-Alma Feliz, Libre, Bonita y Grande-
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