En aquel tiempo, los fariseos, al oír que Jesús había hecho callar a los saduceos, formaron grupo, y uno de ellos, que era experto en la Ley, le preguntó para ponerlo a prueba: -«Maestro, ¿cuál es el mandamiento principal de la Ley?» Él le dijo: -«"Amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma, con todo tu ser." Este mandamiento es el principal y primero. El segundo es semejante a él: "Amarás a tu prójimo como a ti mismo." Estos dos mandamientos sostienen la Ley entera y los profetas.».
Comentario:
Nos señala Jesús de nuevo cual debe ser el centro de la vida cristiana: el amor a Dios e indisolublemente unido, y como su consecuencia, el amor al prójimo.
En primer lugar se nos invita a examinar si ese es nuestro modo de amar a Dios, él nos dice como debe ser:
- con todo el corazón, todo nuestro corazón debe ser para él, esa es la manera de que acojamos en él todos los demás amores nobles…
- con toda el alma, toda la intimidad de nuestro ser debe ser para él: ideas, inteligencia, razonamientos… deben de tener en él su centro… no en nuestro yo, en nuestras conveniencias,
-con todo el ser: nuestra vida entera, lo que tenemos y somos es para él.
Es el amor propio de los que se quieren de verdad, de los enamorados, lo que nos pide Jesús. ¿Es así? ¿no se nos va de la cabeza ni del corazón el amor al Señor en los diversos momentos del día? ¿Se lo demostramos, por ejemplo, en nuestro amor en el trato con él realmente presente en la Eucaristía, o dejamos pasar la ocasión de encontrarlo todos los domingos en la misa, o en la iglesia donde esta esperándonos en el Sagrario? ¿Le queremos así sabiendo hacerlo con las personas con las que tratamos cada día? …
La respuesta positiva a estas preguntas, y a otras semejantes, nos indicarán la realidad y fuerza de nuestro amor al prójimo.
Fuente: "Desde la Basílica". Rector de la Basílica de Santa María de la Esperanza Macarena.
-Alma Feliz, Libre, Bonita y Grande-
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