Sobre las 21,00 horas, comienzo a realizar mi paseo nocturno, con dirección al paseo marítimo, siendo ya un ritual para la tarde-noche de los viernes, al principio costaba arrancar para tomar el camino, pero a medida que me he ido acostumbrando, mi organismo y mi alma me lo demandan.
Al iniciarlo, mi cabeza se libera de tensiones, el ritmo de la respiración conjuntamente con el movimiento de mi cuerpo, me hacen entrar en un estado placentero.
La noche poco a poco va ganándole al día, el cruce de luces entre el atardecer y la luna casi llena forman una estampa única y muy bella.
A la mediación de mi camino, llego a la cercanía del mar, la imagen de esa luna llena el fondo y la luz proyectada sobre el mar que llega a la orilla me emociona.
El suave romper de las blancas olas en la orilla, con el sonido que generan, crean un ambiente de tranquilidad, que incitan a reflexionar sobre lo ocurrido en toda la semana.
A lo largo del paseo marítimo, se ven diferentes escenas, personas que con un bocadillo en la mano y un refresco contemplan la belleza de la luna, otras pasean y hablan de sus cosas cotidianas, los pequeños, los más vivaces, revolotean por la acera, en cambio otras disfrutan jugando con la arena, y allí me encuentro yo disfrutando del momento.
Al seguir caminando, observo un chiringuito, y en especial unas brasas ardiendo, llaman mi atención, el crujir de la madera por la acción del fuego, me hace saltar una chispa en mi interior, delante de mí tengo a los cuatro elementos de la naturaleza en su estado puro.
Tierra: La de la playa y los jardines cercanos.
Al iniciarlo, mi cabeza se libera de tensiones, el ritmo de la respiración conjuntamente con el movimiento de mi cuerpo, me hacen entrar en un estado placentero.
La noche poco a poco va ganándole al día, el cruce de luces entre el atardecer y la luna casi llena forman una estampa única y muy bella.
A la mediación de mi camino, llego a la cercanía del mar, la imagen de esa luna llena el fondo y la luz proyectada sobre el mar que llega a la orilla me emociona.
El suave romper de las blancas olas en la orilla, con el sonido que generan, crean un ambiente de tranquilidad, que incitan a reflexionar sobre lo ocurrido en toda la semana.
A lo largo del paseo marítimo, se ven diferentes escenas, personas que con un bocadillo en la mano y un refresco contemplan la belleza de la luna, otras pasean y hablan de sus cosas cotidianas, los pequeños, los más vivaces, revolotean por la acera, en cambio otras disfrutan jugando con la arena, y allí me encuentro yo disfrutando del momento.
Al seguir caminando, observo un chiringuito, y en especial unas brasas ardiendo, llaman mi atención, el crujir de la madera por la acción del fuego, me hace saltar una chispa en mi interior, delante de mí tengo a los cuatro elementos de la naturaleza en su estado puro.
Tierra: La de la playa y los jardines cercanos.
Aire: La suave brisa que sobre mi cara acaricia.
Agua: La del mar, al romper las olas en la playa.
Fuego: La de las brasas para hacer los espetos de sardinas.
Sigo caminando y mi camino va llegando a su fin, voy retomando el camino de vuelta, lleno de alegría, bien conmigo mismo y muy tranquilo.
Juan Fco Caballero Sanguino
- Alma Feliz y Libre -
Sigo caminando y mi camino va llegando a su fin, voy retomando el camino de vuelta, lleno de alegría, bien conmigo mismo y muy tranquilo.
Juan Fco Caballero Sanguino
- Alma Feliz y Libre -
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