Esta mañana, al igual que otra mañana cualquiera, cuando me dirigía hacia mi trabajo, me paro en el paseo marítimo de Calle Pacífico, como si algo me llamase desde el otro lado de la carretera, detengo el motor de mi coche, y desciendo lentamente sin prisa.
Al llegar a la altura del semáforo, éste se pone en color verde para cruzar el peatón, es como si me invitase a tomarme un respiro, a pensar y meditar sobre mi situación actual, a poner el freno de mano a esta vida tan ajetreada que llevo.
Llego al borde del paseo marítimo, y un bello barco va lentamente llegando a la bahía de Málaga, para hacer su entrada en el puerto, transportando los deseos y anhelos de los pasajeros que van en el., desde su ciudad natal hasta esta bella tierra malacitana.
Es de noche, las luces de los pequeños barquitos pesqueros al fondo, me hacen alegrar mi alma, algo en mi interior late, no se lo que es, ya no amanece temprano, como sucedía por aquellos meses pasados de julio, pero es un amanecer distinto, ello me lleva a la primera meditación. Pasamos por esta vida por el mismo sitio sin pararnos a pensar que cada día ese mismo sítio puede decirnos muchas cosas diferentes.
Tomo mi paseo, al borde de la mar, la cual como bella sirena emite unos cánticos rítmicos al son de las olas que vienen y van, y perfumada con su olor a marisma........ El tiempo pasa lentamente, y la noche no aclara por más que me empeñe en querer ver el sol.
La luna creciente me acompaña en mi pasear, y disfruto de este bello momento de encuentro conmigo mismo y de repaso de mi vida en un periodo corto de tiempo.
Y me doy cuenta, que no soy la única persona que contempla este bello momento, me pasan un grupo de personas hablando de sus cosas, que hacen romper por un momento mi meditación y hacen que vuelva a tomar conciencia de mi realidad.
Retomo mi camino de vuelta para montarme en mi coche, no sin antes contemplar la bella imagen de la chimena, me he enterado que se llama "Mónica" y pertenecía a la Antigua Fábrica de Plomo de los Guindos, ella me observa desde sus alturas, siendo yo para ella una cosa pequeñita, pero para mí es el lugar donde llevo a depositar mis ilusiones y anhelos y que ella gentilmente, las recoge en su base y con amor y cariño lo eleva a lo más alto, siendo ella mi cartera personal, que hace llegar puntualmente mis peticiones a esos seres tan especiales que al amanecer revolotean y hacen ver, a aquellos que se acercan a contemplar los amaneceres, lo bello que es vivir. Gracias ángeles protectores.
El camino llega a su fin, poco a poco el ruido ensordecedor de los coches, me hacen abandonar este estado de paz y tranquilidad conmigo mismo y con mi entorno, pero la vida debe continuar, me monto en mi coche, respiro hondo y retomo mis obligaciones con otro ánimo.
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