Parece que fuera ayer, cuando nos dijimos el “SI QUIERO”, nos fuimos a nuestro viaje de Bodas y la feliz noticia de la llegada a nuestras vidas de un trocito del cielo, que nos enseña en cada nuevo amanecer lo bello que es vivir.
Tras esos meses de continuos cambios, hemos aprendido muchísimo en nuestra relación de pareja y de padres. Cada día nace un nuevo reto que solventar, algo que arreglar, algo con que soñar y algo con que alegrarnos, pero sobretodo el poder sentir como una pequeña lágrima se acerca a mi ojo y un escalofrío recorre mi cuerpo que me hace sentir cosas muy bellas, al contemplar como va evolucionando mi hijo y el estar muy feliz junto a mi mujer y a él.
Y como la vida sigue en continua evolución, y la providencia sigue trabajando para que seamos más felices y aprendamos para engrandecernos como personas algo grandioso nos deparaba el día 4 de octubre. Tras la sobremesa de ese viernes, me dirijo a comprar uno de esos cacharritos de test de embarazos, dado que mi mujer se encontraba un poco “rara”, durante el trayecto para ir a la farmacia pienso para mis adentros, otra vez a comprar el dichoso test para que le salga de nuevo negativo.
A mi regreso, mi mujer toma el test y lo realiza. El resultado no puede ser más satisfactorio para ambos, vamos a volver a ser padres. En esos primeros instantes me siento un poco raro, mi cabeza tan racional no asimilaba la noticia , pero mi corazón rebosaba de alegrías y emoción, e incluso una tímida lagrimita brotó de mi ojo. Estaba muy feliz por ser padre de nuevo.
Este nuevo embarazo va a ser una posibilidad de poder disfrutarlo aún más intensamente que el primero, dado que los miedos de los primeros meses no nos dejaron saborearlo de forma plena.
Que grata noticia, pero sobre todo lo que nos sorprende más aún mi mujer y a mí, que las bellas almas que velan por nosotros se nos materializan cuando menos lo esperamos. Nuestras Hermanitas de la Cruz que por momentos desaparecen y no coincidimos con ellas, aparecen inesperadamente cuando menos lo esperamos.
El pasado lunes cuando íbamos a dar una vuelta por el centro, a mediación de la Alameda, dos túnicas color marrón oscuro nos hace dar un vuelco a nuestros corazones, mi mujer me dice son las Hermanitas de la Cruz.
Les hacemos señales y hablamos con ellas, comunicándoles nuestra nueva noticia, y pedirles que recen por nuestro bebé, para que todo le vaya bien, como así lo hicieron con nuestro primer hijo, y así lo hacen cada vez que lo ven, el cual desde muy pequeñito ha visitado el convento que tienen en calle Plaza de Arriola.
Le preguntamos por nuestra Hermana Carmen, la cual está en el convento de Huelva, y por nuestra Hermana Superiora, la cual ha sido destinada a Valladolid, para cumplir con nuevos retos.
En mi bolsito llevaba unas estampitas de madre Purísima que había comprado hace ya tiempo en la ciudad de Sevilla, y que un día por otro no pudimos entregarles, y nos pareció muy oportuno dárselo para que lo repartan en su convento y lo hagan llegar a nuestras hermanitas de la cruz que ya no están en la ciudad de Málaga.
Tras despedirnos de ellas, le dijimos que pronto visitaremos su convento para que vean a nuestro hijo y para darles las gracias por todas las cosas bellas que nos han hecho sentir desde el día de nuestra boda.
Desde estas líneas quiero dar las gracias a Dios por todas las cosas bellas que llegan a nuestras vidas, y que con la ayuda de la Divina Providencias y los Ángeles siempre nos hacen descubrir y sentir cosas muy bellas, haciéndonos ver que la vida debe ser disfrutada en cada nuevo amanecer y aunque a veces las brumas no dejen ver el camino, nos recuerda que El está junto a nosotros para ayudarnos y hacernos evolucionar como personas.
Alma Feliz, Libre, Grande, Enamorada y Padre -
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